Con el presente trabajo, el autor ganó una beca como parte del proceso de formación en Periodismo de Investigación, Memoria y Derechos Humanos realizado por la Escuela Latinoamericana de Periodismo (ELAP) y el Programa Internacional para el Desarrollo de la Comunicación (PIDC), de la UNESCO, realizado del seis al doce de noviembre de 2023 en Ciudad de México. Por la criminalización en su contra, no pudo salir del país.
Encender la radio significa comenzar a navegar en un gran
número de emisoras musicales, noticiosas y mensajes religiosos. Las voces de
las comunidades y sus realidades tienen un camino pesado para salir “Al Aire” y tener un espacio en el
espectro radioeléctrico hondureño.
Comunitario, término aplicado a medios de comunicación es
definido por José Ignacio López Vigil como “la que promueve la participación de
la ciudadanía y la defensa de sus intereses”.
“Las estaciones que se llaman así no se someten a la
lógica del dinero o de propaganda. Su propósito es diferente, sus mejores
energías se ponen al servicio de la sociedad civil”, expone el maestro de la
radiodifusión.
Las primeras radioemisoras que operaron en Honduras,
surgen en los primeros años del siglo 20. “La voz del Trópico” (1927), se constituye
como el punto de inicio para comunicar el quehacer de las compañías bananeras
con presencia en el territorio. 68 años después, en 1995, Faluma Bimetu (Coco
Dulce), es la primera emisora comunitaria en Triunfo de la Cruz, una aldea con
presencia del pueblo garífuna en el municipio de Tela, zona atlántica.
De acuerdo con la legislación sobre libertad de expresión
del Sistema Interamericano, los Estados deben establecer mecanismos flexibles
para su reconocimiento, esto incluye el tema legal y su incorporación en el
espectro radioeléctrico para las radios comunitarias.
Para el año 2010, posterior al golpe de Estado ocurrido
el 28 de junio contra el entonces gobernante Manuel Zelaya, en diferentes
puntos del país, específicamente en la zona sur y norte, fueron creadas
diferentes emisoras con fines comunitarias; a la par, un panorama violento
hacia la libertad de prensa estableciendo la máxima censura: el asesinato a
periodistas.
Justo en este año, las instalaciones de radio Faluma
Bimetu fueron incendiadas causando daños en su infraestructura y equipo técnico.
Por lo que se vio forzada a cerrar sus actividades durante 12 días.
Honduras, es considerado por organismos que monitorean la
libertad de expresión y prensa como uno de los países más peligrosos para el
ejercicio periodístico, solamente superado por México.
Karen Paredes es periodista que labora en la zona norte del país, desde su perspectiva, la libertad de expresión y prensa en Honduras “es frágil” y va ligada a “la persistencia de la impunidad alrededor de los casos de violencia, agresiones, amenazas y muerte hacia periodistas, ha logrado que los hechos se repitan”.
SOBREVIVIR
A
criterio de Paredes, las radios comunitarias enfrentan una lucha por la
sobrevivencia, en un contexto hostil para quienes ejercen su labor de informar.
“Hay
un acaparamiento del espectro radioeléctrico en pocos grupos de poder, dejando
limitada la participación de las radios comunitarias para que promulguen sus
agendas radiales”, explica, sin dejar otro punto que limita su accionar, el
financiamiento.
Sobre
este tema, el marco jurídico interamericano sobre libertad de expresión,
puntualiza la posibilidad que los medios comunitarios puedan acceder a formas
de sostenimiento, una de ellas, la publicidad estatal sin que esta última
disuelva su independencia.
En
este punto, interviene Susana Vásquez, mujer indígena campesina que se sostiene
con la venta de golosinas para realizar su labor de comunicadora social en
Radio Suyaguare, una emisora comunitaria de la Central Nacional de Trabajadores
del Campo (CNTC), ubicada en San José, departamento de La Paz.
La
comunicadora expuso que todo el personal de la radio constituye un voluntariado
para que funcione la emisora: Mueve más el gusto por escuchar a la gente y
denunciar lo que ocurre alrededor, aunque formalmente no exista un salario que
cubra y reconozca el trabajo informativo.
En
la zona sur, funciona “La Voz de Zacate Grande”, emisora comunitaria ubicada en
la península que lleva el mismo nombre de la radio, en el municipio de Amapala,
departamento de Valle. Gerardo Aguilar habla en el mismo criterio de
comunicaciones de la “Suyaguare”, donde prima el voluntariado y rogando que el
equipo técnico no sufra daños y así, no detener las transmisiones.
En
ambos casos, el no contar con oportunidades de trabajo remunerado, obliga a
comunicadores sociales de ambas emisoras a salir del país en búsqueda de
oportunidades para vivir con dignidad.
Gerardo
destaca un caso de un compañero de La Voz de Zacate Grande que hoy reside en
Estados Unidos y que, vía streming, se hace cargo de la programación dominical
e interactúa con los escuchas.
COMUNICAR BAJO EL RADAR DE LA
VIOLENCIA
De
acuerdo con el estatal Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (COFADEH),
97 periodistas fueron asesinados desde 2009 a la fecha. La mayoría (90)
ocurrieron desde julio de 2009, apenas unos días posterior al golpe de Estado
ocurrido en el país.
Sin
embargo, instituciones como el Ministerio Público (MP), no coinciden con esta
cifra de periodistas asesinados en la última década. Al solicitar el dato, a
través del Sistema de Información Electrónico de Honduras (SIELHO), únicamente
reportan 56 casos.
La impunidad golpea con más del 90 por ciento de casos
sin resolver, esto último de acuerdo con cifras de la no gubernamental
Asociación por la Democracia y los Derechos Humanos (ASOPODEHU). Uno de estos
casos refiere al asesinato contra el periodista Nery Geremias Orellana (26
años), director de Radio Joconguera en Candelaria, departamento de Lempira.
Orellana también era corresponsal de Radio Progreso y
denunciaba temas que vinculaban a estructuras municipales. Fue interceptado el
14 de julio de 2011 y asesinado de un disparo en la cabeza.
Acostumbrado a denunciar problemáticas locales, pero con
una fuerte inclinación hacia el desarrollo de las radios comunitarias, Nery
Geremias no conoció la autocensura, dijo Karen Paredes, compañera de labores en
Radio Progreso.
Ante la falta de esclarecimiento por su caso, el Equipo
de Reflexión, Investigación y Comunicación de la Compañía de Jesús (ERIC-SJ),
organización hermana de Radio Progreso, presentó el caso de Nery Gemerias
Orellana ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en el año
2017.
Once años después (09 de enero de 2022), en San Marcos
Caiquín, siempre en el departamento de Lempira, asesinaban a Pablo Isabel Hernández,
director de Radio Tenán, emisora comunitaria “Voz e Imagen del pueblo Lenca”.
Hernández, de reconocido perfil social, denunciaba una
campaña de hostigamiento en su contra y el sabotaje al cableado de la emisora,
según consta en una denuncia hecha por el no gubernamental Comité por la Libre
Expresión (C-Libre).
Durante esta última década, las amenazas, estigma y
agresiones físicas están presentes hacia periodistas de las radios comunitarias,
comenta Gerardo Aguilar, quien menciona una palabra con la que despectivamente
les llamaron, en más de una oportunidad, a quienes laboran en La Voz de Zacate
Grande “garotero”.
Garotero significa “delincuente, violento, pleitista”,
cuenta Aguilar y ese mote va dirigido a llamar la emisora “la radio ñángara, de
los invasores” entre otros calificativos.
Otros casos como la criminalización, heridas de bala,
golpeados en cobertura, han sido registrados por organizaciones que trabajan
libertad de expresión contra periodistas de esta radio comunitaria.
“Hablar por este micrófono es saber que tendrá repercusiones
y amenazas a tu vida y familia”, detalla Gerardo.
En Radio Suyaguare, en más de una ocasión le dijeron a
Susana que “no tocara esos temas” o que mejor pusiera música. “Si no le gusta,
cambie de emisora, yo seguiré denunciando lo que pasa en este lugar”, nos
cuenta como remembranza a una de las llamadas que recibió al aire y su
respuesta a la misma.
En
el departamento de La Paz, cuya población mayoritariamente es indígena,
diferentes espacios organizativos han librado luchas por la defensa del
territorio, de sus recursos naturales, específicamente por el respeto al
derecho a la consulta previa, libre e informada, contemplada en el Convenio 169
de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
QUIERO ESCUCHAR TU VOZ
Actualmente, la Comisión Nacional de Telecomunicaciones
(CONATEL), reconoce únicamente 10 frecuencias de radios comunitarias con título
habilitante (permiso para operar con frecuencia); sin embargo, en el curso de
la presente redacción, la cifra triplica y operan bajo frecuencia libre en sus
comunidades.
Paredes, desde su cátedra y rol de periodista, expone que
los gobiernos de turno “no han garantizado que la radiodifusión comunitaria muy
propia de los pueblos originarios, campesinos y afrodescendientes produzcan sus
contenidos y ejerzan la libertad de expresión y prensa a través de estos
espacios”.
Con ello, agrega, se ha reforzado el desinterés, la
censura y las amenazas hacia las radios comunitarias. Mientras continúe la
vulneración a estos derechos vitales como periodistas, no avanzaremos a una
sociedad activa y participativa.
Gerardo menciona que, recientemente, les fue otorgado el
permiso para operar en el 89.1 del FM, sin embargo, para llegar a este lado del
camino, hubo que pasar por la defensa del territorio, amenazas de atacar la
sede de la radio y asedio de CONATEL durante el gobierno anterior.
En
el caso de “La voz de Suyaguare, continúa a la espera de formar parte de
espectro radioeléctrico. Susana confirma que, durante el pasado mes de mayo,
han participado en reuniones con las actuales autoridades de CONATEL y se
encaminan a este esfuerzo colectivo.
Son
las 10 de la noche, las radios comunitarias cierran su programación, los
aparatos descansan, las voces llegan a continuar su rutina en sus hogares, a la
espera del desafío que impone el amanecer de comunicar las realidades de sus
pueblos con libertad y reforzar la idea de que otra comunicación si es posible.
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