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La criminalización contada 10 años después


PRIMERA PARTE 

Llegué a la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), en el año 2010 a cumplir mis dos sueños; cursar una carrera y militar en un espacio organizativo dentro de la comunidad estudiantil. Esta dualidad reforzó mis recuerdos de niño, donde aprendí cada entrada y salida, recorrí todos sus edificios hasta llegar mi etapa de integrarla para el avance de mis anhelos personales y profesionales. 

Estos recuerdos, me acompañaron cuatro años después, en noviembre de 2014, cuando recibía un citatorio firmado por quien dirigía (indignamente) el Decanato de Ciencias Sociales, donde se me acusaba por alterar el orden e impedir el desarrollo de actividades académicas. En realidad, al reinado de las soberbias comandado por Julieta Castellanos y su atajo de parásitos, mal llamados autoridades, le causaba rabia que un grupo de estudiantes debatiéramos públicamente, en asambleas abiertas en la plaza Eduardo Becerra Lanza de Ciudad universitaria, las inconformidades que provocaba la toma de decisiones unilaterales y que impactaban en el estudiantado. 

Conocía a quienes me adversaban, uno por uno los fui señalando con la mirada. Me acusaron de incitador, de provocar el caos y la anarquía en la UNAH. No acepté los cargos, que me parecían insultantes. Por lo único que me declaro (y me declararé) culpable, es de amar con todas mis fuerzas sus instalaciones, su historia y cada palabra de quienes me han acompañado en ese caminar. 

Y me declaro conocedor de cada rincón, cada pasillo. Era tanta mi libertad por sus predios, que mi Padre sentía que era el espacio seguro para corretear y jugar en mis días de infancia; para aprender y soñar con la idea de llegar a la culminación de un sueño. Todo esto, lo recuerdo mientras estoy frente al tribunal que me juzga, sin argumentos. Estos recuerdos que cruzan como carrete mis pensamientos, aproximadamente 16 años atrás. 

Para el caso, en 1999 inicié mi primaria. Mi Padre iba a dejarme antes del inicio de su jornada laboral, como profesor en la Escuela de Periodismo. Siempre estuvo pendiente de mi seguridad, jamás permitió que me viviera un episodio de riesgo. Su radar estuvo activo permanentemente. Culminé en 2004, con el deber cumplido y con miras hacia la secundaria. Quien diría que, 10 años después, mi padre enfrentó a ese tribunal integrado por la soberbia ensordecida por el poder. A uno de ellos le fijó la mirada, le alzó su voz conocida en las diferentes luchas del acontecer universitario: “porqué te metés con él…” fueron parte de sus palabras a un personaje que es digno del olvido. 

Casi 40 preguntas marcaron las dos horas frente al fusilamiento intelectual. Al mismo tiempo, se ensañaban contra la hermandad estudiantil en San Pedro Sula. Allá fueron 10 los compañeros y compañeras que vivieron en carne propia el escarnio de unos pocos y el respaldo de la comunidad estudiantil y una parte del sector docente. La gente buena fue mayoría. 

Otorgaron su “veredicto”, mas fue un escupitajo con veneno desde una oficina que no representaba nada serio para estos personajes. La entonces Decana de Ciencias Sociales, el Vicerrector de Asuntos Estudiantiles, la Vicerrectora Académica, un tipejo mal llamado representante del Comisionado Universitario. Su decisión, privarme de entrar a la universidad por tres periodos académicos. Esto marcó el fin de año de 2014; prohibirme entrar a un lugar que ha formado parte de mi vida. 

A inicio de 2015, revertimos la expulsión, regresamos con todos nuestros derechos adquiridos. Sin embargo, esta determinación, enfureció a “las soberbias” y solo marcó el inicio de una década de criminalización sin descanso. Con lo único que no pudieron, fue con mi dignidad, la que se mantiene intacta y con una sonrisa cómplice que arropa mis pensamientos y acciones.

Comentarios

  1. Saludos Cesaría, recuerdo esos días, creo y testifica que tu padre by vos eran una dupla revolucionaria que unía dos generaciones en un mismo principio, transformar la injusticia de este bello pueblo con sus territorios, Honduras. En vos cabe la expresión artística y legendaria, que vivan los estudiantes! Que viva la academia!

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