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Cuestión de principios

La Madre, El Padre y El Crío | Foto: 2019

"... entonces oirás mi voz
oirás que te llamo
se harán presentes todos tus recuerdos
pero no escuches los lamentos
de los endebles asesinados
que aún ahora no tienen lugar fijo
y extrae del espanto de esos días
toda la cólera posible".

- Fragmento de La Memoria Posible, de José Luis Quesada. 

Previo a que la memoria histórica hiciera explosión, tenía en mis manos una lectura de Camilo Cienfuegos, una de las figuras implacables en el proceso de Revolución Cubana; confieso que me fue fácil llegar a uno de los momentos bochornosos en la historia de Julieta Castellanos, quien, en tono burlesco, hizo de una sesión de Consejo Universitario, una algarabía del terror y la burla, donde nos comparó (según ella para ridiculizarnos) junto con mis compañeros con Ernesto, Fidel y Camilo, en aquella foto donde entran triunfantes a la historia de Latinoamérica.

Recorrí una década sin detenerme; me pusieron los obstáculos que pudieron, con todo el poder que saborearon. Seguí adelante, mientras en mi propia casa, en mi propia universidad escupieron mi rostro y pisotearon mi nombre, el de mi padre. No hay olvido ante la infamia; no se me olvida sus nombres, sus actuaciones y toda su maldad junta para generar daño en expresiones máximas.

Cerca de la una de la tarde, me llegaba la imagen de una resolución lejana, solo tengo presente sus últimas dos palabras “… sobreseimiento definitivo”. Recuerdo las noches en las que permanecí oculto en una embajada, pensando cuando se terminaría todo, la imaginación del día en libertad era solo un espejismo en la mente aturdida. Con el tiempo, pude sobrevivir a esas noches, al naufragio de mi enfermedad y al terror.

Agarré el teléfono e inmediatamente mi intuición tomó control y busqué el número de mi papá para llamarlo y que nos dijéramos con aquella sonrisa de niños traviesos “lo logramos”. Pero el tiempo es infame cuando se lo propone y hoy solo puedo verlo en el viento fresco que cobija mi frente en donde escribo estas letras. Pero, su paso digno por este mundo terrenal y la segunda edición de su poemario CARCELARIA, dan el baño de paz que reviste mi alma, abandonada por su ausencia; porque no aprendí a vivir sin él, porque necesitaba su eternidad para sentirme protegido, para escuchar lo orgulloso que se sentía, aunque ocultó su miedo, sus lágrimas en los días duros, donde nos atacaron sin piedad.

Pero no me quedaré con el grito. ¡LO LOGRAMOS VIEJO! ¡SOBREVIVIMOS CARAJO!

El mensaje de mi libertad llegó a mi Madre, la maestra que tenía que revestirse de fuerza para estar frente a sus alumnos, pero en la lejanía, sentía miedo, impotencia, tristeza. Hubo días en que yo le robé la paz, porque no podía darle el gusto al rectorado de las soberbias de verme terminado, sumiso, arrodillado ante su brutalidad disfrazada de rescate de la academia.

Esta es mi palabra, aquí dejo mi respuesta a la noticia que circuló esta tarde. Tres ex líderes estudiantiles, hoy profesionales gracias al pueblo que con sus impuestos aporta para el seis por ciento que sostiene la UNAH, hoy ven asomarse con amplitud la libertad. Todo tiene su hora, o como diría el poeta Roque Dalton, hoy tocó “El turno del ofendido”.

Desde el 10 de noviembre de 2014, fecha en la que recibí citación para expulsarme de la UNAH junto con 15 compañeros y compañeras, no tuve paz, recibí sus golpes, sus injurias; pero mi dignidad les superó, actores del terror. Cometieron el error de subestimar mi voz y mi palabra. Sin embargo, no guardo ningún sentimiento adverso hacia ustedes, generar odio y venganza seria mancharme con el mismo lodo que ustedes generaron.

Una cosa si les dejo claro. La historia es implacable y nos ubica en su justa dimensión. Por más que se justifiquen como “defensores de la democracia”, redactoras de cartas con tinta y pisto ajeno, como académicas con careta de odio, como balbuceadores en defensa del estado de la derecha; aunque se escondan como representantes del país en Kuwait, les quedará minúsculo el escondite y serán señalados como responsables de haber dejado una página negra en la historia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

A nuestro equipo legal, las organizaciones que nos apoyaron en todo momento, al movimiento estudiantil, a los de siempre, les va mi ternura contenida en una lágrima que cae como el punto final de una década que engendró la cátedra del terror.

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