Los personajes que dirigían la UNAH para ese
momento, les tomó poco tiempo revisar el pasado oscuro y sangriento de la década
en los ochenta; las desapariciones y asesinatos por razones políticas. Empezaron
con el sector docente y quitándoles su salario, no funcionó. Luego
criminalizaron a casi la totalidad de la directiva del Sindicato de
Trabajadores (SITRAUNAH), no funcionó. Luego metieron policía y ejército,
criminalizaron hasta cansarse al estudiantado desde 2014, no funcionó. ¿se
hubiesen atrevido las autoridades universitarias dirigidas por Julieta
Castellanos a matar miembros de la comunidad universitaria? Para responder esta
pregunta, es preciso revisar los crímenes contra Héctor Martínez Motiño (presidente
de la seccional del SITRAUNAH en Choluteca), la desaparición forzada de
Donatilo Jiménez (Directivo de la seccional tres del SITRAUNAH en La Ceiba) y
el crimen contra Roberto Gómez, padre de familia de Andrée Gómez, criminalizado
al momento del hecho contra su progenitor.
Uno de los responsables de perfilar y de ofrecerse
a precio de nada para criminalizar estudiantes lleva por nombre Roger Aguilar
Flores, sureño con antecedentes policiales y que poco a poco fue penetrando en
los organismos de inteligencia como el Batallón 3-16, responsable de
ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas entre 1980 a 1993. Bajo
la tutela represiva de este personaje, hubo levantamiento de perfiles contra
estudiantes, yo fui uno de los perfilados.
La catedra del terror se instauró desde 2014
hasta 2023, sin embargo, hoy para más de alguno solo es un simple recuerdo, ya
no se reivindica esta fecha con la búsqueda de justicia en favor de quienes
fueron (fuimos) victimas directas. La infraestructura de estos años, solo
fueron retoques para el deslumbre del amarillo y negro con un ligero tique
verde-olivo que asaltó la UNAH hace 40 años.
En eso se han ido 10 años, en vomitarles mi
desprecio y levantar mi rostro contra su soberbia y la traición, si, traición
de esos personajes que en el ayer formaron parte activa del Movimiento Popular
y se convirtieron en mentes perversas que alimentaban el odio de quien rectoraba
la infamia universitaria.
El recuento de los daños fue letal, en las
victimas y en las respectivas familias. En días como hoy, 11 de junio, se
conmemoraba bajo la zozobra de que algo podía pasar.
Pero el máximo tribunal, será el pueblo, quien
nos juzgará a todos en nuestra justa dimensión y con base nuestro papel en
defensa de nuestra alma mater. Espero que los traidores y las dueñas absolutas
de odio y la soberbia estén preparadas para recibir su condena; les notificarán
en la calle, en los textos y en el remordimiento de sus conciencias, que no les
dejará tomar descanso.
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