Cubierta principal de Tiempos del Terror, una colaboración de Allan Mcdonald. |
Llegó la hora de tomarse por
asalto la palabra. De arrebatársela a los espurios tribunales empresariales-militares
con la estrella azul en su boina rojiblanca. El grito empuja al punto de
encarar a quienes hace tres décadas llenaron de sangre, luto y silencio a una
hondureñidad que desafió los días y las noches de muerte, ordenadas por las
bestias verde olivo y las “Joyas” del terror.
Hombres y mujeres, campesinos y
campesinas, estudiantes, cayeron abatidos por las “órdenes superiores” que
recibía el Doctor de la gabacha roja y el hablado agrio (me baso en lo que he
leído y me han contado mis mayores) de disparar las barras y las estrellas de
la Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN) para exterminar el grito popular.
Para desgracia de esto seres moribundos de paz en la actualidad, hay
sobrevivientes que decidieron ponerle un punto final al silencio, hoy viven y
cuentan su testimonio. Por eso, sin casualidad alguna, la poesía se hace
necesaria para contar la vida de un sobreviviente que solo pedía un poco de
ternura y un país con justicia.
Luego de 35 años de silencio, de
papeles con versos escritos a máquina, poemas que desafiaron al tiempo, se
juntaron y decidieron, por obra y gracia de su autor llamarse TIEMPOS DEL
TERROR. Aquí, Félix Cesario, mas que poeta, mas que periodista, se presenta
como un luchador que enfrentó con flores amarillas en su puño izquierdo en alto
a las fieras. Lo que le costó su detención temporal por mas de 11 días, en
agosto de 1983.
Es tiempo de hablar, de golpear
la impunidad de este país verso a verso y como recoge el prologuista de esta
obra, el maestro y dirigente popular Sergio Rivera, citando un fragmento de un
poema del autor “su contenido no es de odio, ni de venganza, es de esperanza… ‘de
derrotar el odio corazón a corazón´”.
Es el momento en que, bajo
ninguna excusa, se debe permitir que los verdugos que hirieron este país a
sangre, fuego, exilio y muerte, caminen en paz. Sus espaldas deben ser el
blanco perfecto para escarbarles sus deudas con las familias de los Roger, los
Tomás, las Hildas Rosas, Las Marías Ediltrudis, Los Fideles, las Yolandas, los Manfredos, los Eduardos, los muchos y
muchas que no caben en un párrafo, pero si en el corazón de la dignidad
hondureña.
Félix Cesario decidió tomarse el
verso por asalto en tiempos donde como él mismo lo expresa “los escribidores
del patio no han tenido el coraje de escribir la historia de los vencidos y
masacrados, pero si han ensalzado a los criminales”.
Tiempos del Terror ya se
encuentra impreso, listo para quien guste tenerlo en sus manos, empiece a
conocer el testimonio, en tinta viva, de un sobreviviente de la guerra y el
amor.
En los próximos días, su autor
junto a soñadores y soñadoras, defensores y defensoras de la palabra, presentarán
la obra en San Pedro Sula y Tegucigalpa; cuyas fechas están por confirmarse. Igualmente,
estos poemas-testimonios pueden estar donde se les garantice la compañía, la
buena plática y el canto “por todos los muertos”, a decir de Carlos Puebla.
Agradecidos, tanto el hijo como
el autor, por quienes hicieron posible la publicación de TIEMPOS DEL TERROR, un
sueño que despertó y para siempre. Desde la casa editora GUARDABARRACO hasta los
y las seres, cuyas manos vieron los borradores y dejaron puestas sus
inquietudes y sus consuelos para aliviar el dolor del poeta.
A los verdugos, a los
torturadores, a los reptiles que se arrastran, mendigos de impunidad. Alisten
sus cuentas, ese poemario es otro valor que pasa a sus facturas y que paguen el
daño hecho. Apúntenlo en sus lagunas sangrientas de la mente. Ya la historia
les cobrará la deuda.
TIEMPOS DEL TERROR y su autor, tienen la palabra.
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