Por: Cesario Padilla
Eran las 10:45 de la mañana del martes 31 de mayo de 2016,
ella esperaba sentada en uno de los sillones de la sala del Tribunal de
sentencia en Tegucigalpa. Esperaba que dieran la hora en punto y acercarse a la
ventana de secretaría y proceder a firmar el libro que contabiliza el
sometimiento a una justicia desigual, especialmente para quienes frontalmente
llaman a quienes agreden a las mujeres por su nombre.
Al marcar el reloj las 11 de la mañana, se levantó y dijo
“ya es hora y dije que firmaría en punto”. Esa voz es la de Gladys Lanza, quien
una vez por mes tiene que presentarse a este tribunal, ubicado en el edificio
de la Corte Suprema de Justicia en Tegucigalpa. Mientras saludaba a uno de los
empleados del área de secretaría, sacaba su lápiz y en sus manos reflejaba un
recorrido de más de 40 años de lucha al lado de las organizaciones sindicales y
posteriormente entregarse de lleno a la defensa de las mujeres hondureñas.
Pero en esta ocasión no estaba sola, le acompañó un grupo
integrado por defensores y defensoras de varias organizaciones de derechos
humanos que operan en el país. Con una sonrisa que no pudo ocultar –seguramente
no quería hacerlo- manifestó sentirse bien ya que siempre viene a firmar sola.
“Me siento muy bien, porque siempre vengo sola, el estar con
mis compañeros y compañeras me hace sentirme fortalecida, sobre todo a mí que
he pasado solita. Agradezco la presencia y realmente es importante el hecho que
esté aquí sentir ese calor humano”, puntualizó al recibir este acompañamiento
en el que se refleja la unión de todos los defensores y defensoras.
Firma por obligación, su rebeldía no se lo permite en sus
adentros. Este acto forma parte de un proceso penal en su contra que terminó
con la sentencia en febrero de 2015 a 16 meses de prisión, al ser interpuesta
una querella constitutiva de Injuria y Calumnia luego de atender una denuncia
interpuesta ante el movimiento de mujeres por la Paz “Visitación Padilla”, de
la cual Gladys es Coordinadora General, por Lesbia Pacheco en el año 2010 de
acoso sexual de la cual era objeto de parte del entonces director de la
Fundación para el desarrollo de la vivienda en Honduras (FUNDEVI) Juan Carlos Reyes.
Es por esta razón, impulsada por un sistema judicial bajo el
cobijo del patriarcado por la que viene a estampar su firma y, como ella lo
manifestó “así no dicen que me he escapado del país”.
Doña Gladys, como es conocida por el respeto y cariño para
muchos de tantos años expuso a los medios de comunicación que le entrevistaron
esa mañana que “obligatoriamente tengo que venir, me indigna porque no he hecho
nada y la justicia en este país es al revés; quien debería estar preso es el
agresor y no yo, pero en la justicia que vivimos, desgraciadamente es esta”.
Las medidas que tiene que cumplir la defensora de los
derechos de la mujer son las de presentarse una vez al mes, para reportar “que
no me eh escapado, pero aunque me trate mal la justicia este es mi país y no
pienso salir de aquí”.
El caso de la Coordinadora de “Las Chonas”, como se le
conoce a la organización defensora de los derechos de la mujer, forma parte de
una escalada de represión a las voces que denuncian las violaciones a los
derechos humanos y sus agresores.
Su situación no la hace frenar su recorrido de lucha como
lideresa feminista y asegura que la ley favorece a quienes tienen influencia “cuanta
tiene un poderoso para que la ley caiga a su favor, entonces no les importa y
los jueces se hacen los ciegos”, sostuvo doña Gladys.
La etapa en la que se encuentra en caso que se le sigue a
Gladys lanza, está a la espera de que se resuelva un recurso de casación
presentado contra la sentencia emitida en el año 2015, la que la manda a
prisión por 16 meses.
Firmo para que la
lucha por nuestros derechos no muera
La protección hacia la organización que funciona desde 1984
hace que Lanza se apersone cada mes a estampar su firma y así, consideró, Soy
rebelde, me alegro que no vayan a firmar, porque las consecuencias son muy difíciles.
Es una forma de oponerse a una justicia que en este país se llama injusticia.
“Por protección a la organización sigo cumpliendo.
Visitación padilla tiene que seguir existiendo y las mujeres tienen que seguir
reclamando y defendiendo sus derechos, por eso estoy luchando”, dijo, la
histórica lideresa del movimiento social.
Aseguró sentirse perseguida por quienes administran la
justicia y por el Estado en función, misma que se traslada hacia la
organización, “no solo se nos persigue sino que se nos criminaliza por el
trabajo que asumimos”.
Y no es para menos, en una lucha frontal por el respeto
hacia las mujeres en un país donde se penaliza la denuncia hacia quienes les
violentan, se prohíbe el derecho a decidir sobre sus cuerpos, El Movimiento
“Visitación Padilla”, tanto su sede como quienes la integran, son objeto de vigilancia
que se incrementó a partir del golpe de Estado de junio de 2009, en donde fue
suspendido su programa de radio “Aquí entre chonas” en una emisora capitalina
por órdenes del dictador Roberto Micheletti. De igual forma, quienes integran
la organización feminista fueron objeto de persecución y campañas de
desprestigio a raíz de acompañar las demandas del sector aglutinado en la
resistencia hondureña.
Esta lucha debe continuar, aún y cuando nos quieran meter
presas, hasta que se nos respete nuestra razón de ser como feministas de luchar
por los derechos de la mujer. Estas fueron sus palabras finales, mientras
recibía muestras de solidaridad de sus compañeros y compañeras en la defensa de
los derechos humanos en Honduras. El sol era fuerte y en tono de broma exclamó
que era la hora de almorzar. Se despidió con una sonrisa, en la que dejó dicho
que no ajustará un libro de actas para la firma de la dignidad llamada Gladys
Lanza.
Así es ella lucho hasta el ultimo día por los derechos de las mujeres en este mi país, que se compara a Macondo.
ResponderEliminarLa lucha de ella continua en cada una de nosotras día a día.