Felix Cesario
Los
premios, desde los tiempos de los cesares en Roma, especialmente en los tiempos de Cayo Caligulas, no era un
galardón decoroso sino como un regalo a
quien el Cesar le daba la gana, o a quien más
lo halagaba. Más de alguna vez según
Suetonio, cronista de los cesares, afirmaba que ante la burla de parte
de cientos de miles de romanos reunidos
en el circo romano por haberle otorgado el premio al más servil adulador,
C Caligulas exclamó “gracias a los
dioses que el pueblo romano no tiene una sola cabeza…para cortársela de un
tajo”.
Decimos
lo siguiente por la razón de que en el país del Patriarca, Honduras nación con
nombre de una anecdótica chabacanada; allá por los años de 1930 hasta 1949, cuando por fin se concretiza la
fundación de la Asociación de Prensa Hondureña, siendo su primer presidente el
periodista Enrique Gómez, decidió
otorgar el premio periodístico: Paulino Valladares y el Alejandro Castro, como
una condecoración o galardón por el esfuerzo de los y las comunicadores sociales.
Desde entonces hasta el día de hoy su otorgamiento es de dudoso concesión;
raras excepciones que solo confirman la regla y conste que en aquellos años
había periodistas que, sin títulos universitarios, eran reales intelectuales
con más de algún libro publicado.
Es,
quizá por esta razón de que las regalías a las y los comunicadores sociales, en
vez de ser un distinción, un decoroso “reconocimiento”, en el día consagrado al
o la periodista, LOS PREMIOS son vistos por la decencia nacional, menos por el sector circense, como una presea
o limosna hacia la servidumbre periodística; mismo que data desde el 25 de mayo de 1930, siendo gobernante de Honduras,
Vicente Mejía Colindres, conmemorando la traída de la imprenta a nuestro país,
por el único presidente que es gloria nacional e internacional: Francisco
Morazán Quezada, el 25 de Mayo de 1830. En honor a esa efeméride es que el
mandatario Mejía Colindres decreta el 25
de mayo como día del periodista en la República de Honduras.
La
explicación deducible y lógica de la deshonra de los premios y los premiados y
las premiadas, tenga su origen en los nombre de los premios, veamos someros
apuntes históricos: Alejandro Castro
padre si tiene en su haber su publicación “Cartas de terruño”, tenía suficiente
valía para ser uno de los dignos; no así Alejandro Castro h que ahí es donde se
da la confusión … y desjenerar el premio, puesto que Alejandro Castro hijo fue,
por casi toda su vida, vocero de las Fuerzas Armadas de Honduras, tan así es
que el alto mando castrense manda, muy de mañanita, y elementos militares hasta
el Barrio la Alameda a traer los comunicados. Esto ensucia a los premios y por
ende a las premiadas y premiados. Por tal razón se ve este premio o regalo como
un regalo a la “buena servidumbre prestada al poder nacional.
Y,
que afirmar del Premio Paulino Valladares, nada relevante y digno, sin dejar de
afirmar que era un excelente periodista al servicio del Cinismo, era un
burgués y hablaba de la clase humilde,
pero la historia lo ubica como un periodista que tenía ¡ESO! de ver hacia donde
soplaban los vientos imperiales…esta frase que repetía constantemente, lo
retrata de cuerpo entero “EN WASHINTON ESTA LA MADRE DEL CORDERO”.
http://www.tiempo.hn/editorial/otras-opiniones/item/33645-premios-de-periodismo-galardon-o-recompensa
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